Queremos tener una piel luminosa, pero ¿qué es la luminosidad, se puede conseguir, recuperar, incrementar?

¿Qué es la luminosidad de la piel?

Entendemos como piel luminosa aquella que parece irradiar luz desde el interior. Esta extraordinaria cualidad que todos queremos, se debe a un equilibrio perfecto entre el estado de la piel en sus capas exteriores, con una textura fina y homogénea, bien hidratada y oxigenada, y en las interiores que guardan su firmeza y nutrición.

Cuando se dan estas características, la piel es capaz de reflejar la luz no solo desde su capa más externa, sino desde la dermis, la cual parece volver rebotada al exterior gracias a su capital hídrico que hace de espejo y a su textura homogénea y fina que le permite el paso.

¿Es lo mismo luminosidad y tono?

No, con luminosidad nos referimos a la capacidad de la piel de reflejar la luz, mientras que el tono es la coloración dada por nuestra melanina y/o el bronceado. Si bien es cierto, que una piel bronceada gana en homogeneidad y puede parecer luminosa, con frecuencia no es tal, sino la rojez propia de una piel agredida que despierta ese tono.

¿Se puede conseguir o recuperar la luminosidad de la piel?

Se puede cuando trabajamos los aspectos necesarios que la permiten. En primer lugar, debemos nutrirnos e hidratarnos convenientemente, ya que la máxima de “somos lo que comemos” está intrínsecamente ligada a la luminosidad de la piel. Debemos tener una dieta lo más natural posible, equilibrada y exenta de grasas, azúcares y alimentos procesados. El tabaco y el alcohol roban hidratación al organismo y entorpecen la microcirculación capilar, por lo que llegará menos oxigeno y nutrientes a los tejidos y es la causa del tono cetrino y sin vitalidad de estas pieles.

Desde ese punto de partida, dormir las horas adecuadas a nuestra edad y necesidades, huir del sedentarismo y no exponernos al sol en exceso aún cuando se hace con alta protección, podemos empezar a tratar la piel desde el exterior.

• Limpieza suave mañana y noche: Utilizando leches, cremas o espumas muy suaves que no generen sequedad, ya que una capa córnea deshidratada no solo envejece más rápido, sino que no es capaz de reflejar la luz.

• Hidratación y nutrición: Hidratar y sellar dicha hidratación es clave para conseguir una piel luminosa, que deje entrar la luz y la refleje desde el interior. Las cremas y serums ricos en ácido hialurónico son la mejor opción.

• Activos energizantes y anti manchas: La Vitamina C, los ácidos tranexámico, láctico y los polihidroxiácidos, el resveratrol, niacinamida y la arbutina son activos que ayudarán a la piel a ganar energía y mejorar y prevenir las manchas y una melanogénesis irregular que pueda hacer de barrera en la absorción y dispersión de la luz en la piel, por lo que siempre serán aconsejables en nuestros serums y/o cremas complementarias.

• Exfoliación: Una capa córnea finada y homogénea es imprescindible para conseguir o recuperar la luminosidad de la piel. Para ello, deberemos priorizar el uso de exfoliantes químicos o enzimáticos que ejercen su acción refinadora de la capa externa de la piel a modo de mascarilla dos veces por semana.

• Protección solar: Y no solo en verano sino durante todo el año, ya que los rayos UV provocan daños en todas las capas de la piel dónde se desarrolla la luminosidad.

• Gua Sha: Hacer uso de esta herramienta en la rutina de noche ayudará a mejorar la microcirculación y con ello el aporte de oxígeno y nutrientes a los tejidos ganando y potenciando así la luminosidad de la piel.